El tema de la
reforma a las leyes de inmigración no es un tema nuevo. Por años, se ha venido
discutiendo en el Senado y la Cámara de Representantes; sin
que estas discusiones hayan arrojado luces claras sobre qué tipo de reforma migratoria es la
más idónea en estos momentos tan cruciales que vive el país. Si bien es cierto
que una reforma integral a la ley de inmigración implicaría un gasto enorme
para el gobierno federal; no menos cierto es que la ley de inmigración imperante (vejaciones a los
indocumentados por parte de las autoridades de inmigración y de las autoridades
de las ciudades cercanas a las fronteras,
violaciones a los derechos civiles, deportaciones, redadas nocturnas, hombres minuto, helipcóteros, miles de
soldados apostados en los diversos cruces fronterizos), es infuncional.
El gobierno federal
gasta miles de millones de dólares cada año en la protección de nuestras
fronteras; sin embargo, en los últimos años el narcotráfico y el contrabando de armas de fuego han crecido
exorbitantemente en ambos lado de las fronteras. Esto significa que el costo de
una reforma a las leyes de inmigración,
pudiera ser menor que los costos que actualmente gasta el gobierno federal en repatriaciones.
Lo que ahora mismo
está en discusión en el Senado, es el proceso de legalización de más de 11
millones de indocumentados. Pienso que una salida inteligente a este problema
nacional, debe verse desde el punto de vista humanitario, más que sentir que se está premiando a los violadores
de las leyes. Hay personas con más de 25 años viviendo ilegalmente en este
país, que han procreado familias. Sus hijos y nietos son ciudadanos americanos,
que no tienen la culpa de que sus padres y abuelos sean indocumentados.
Recientemente
fueron detenidos en Arizona nueve
jóvenes soñadores que se encontraban en huelga de hambre, en desafío a las
políticas migratorias. Lo que no entienden los legisladores y las autoridades
de inmigración es que al ser deportados, estos jóvenes se encuentran en un país
que no conocen, hablando una lengua que muchas veces no conocen
fluidamente y junto a una familia de extraños.
El presidente
Barack Obama, ha dicho recientemente que nada impide que pueda aprobarse una
reforma migratoria “de sentido común” antes de que termine el verano.
De igual forma,
resaltó que “no hay ninguna buena razón para entrar en juegos de procedimiento
o recurrir al obstruccionismo sólo para bloquear la mejor oportunidad que hemos
tenido en años para enfrentar este problema de una forma justa para las
familias de clase media, para los empresarios, para los inmigrantes legales”.
Ojala que los
legisladores republicanos y demócratas pronto lleguen a un acuerdo
bipartidista, para que no se siga posponiendo la esperada reforma migratoria.
Por: Eddy Ulerio
Foto: Google Images
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